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Todo tiene su tiempo
Eclesiastés 3:1
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Las circunstancias difíciles que atravesamos muchas veces nos hacen perder la fe y la esperanza, e incluso nos hace dudar de las promesas de Dios; haciéndose más evidente cuando lo que Dios nos ha dicho pareciera que es incierto. Sin embargo, todo lo que se quiere debajo del cielo tiene un tiempo específico.
Eclesiastés 3:2-8
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de guerra, y tiempo de paz.
Es importante que tengamos en cuenta que siempre existirán temporadas de alegría, gozo, tristeza y dolor. Sin embargo, todas estas temporadas, Dios las usa para bien; así como las estaciones hacen parte de la esencia del crecimiento de los árboles, cada temporada que vivimos nos ayudan a crecer.
Ten presente lo siguiente:
- Cada proceso nos permite ser perfeccionadas.
- Las promesas de Dios nos sostienen en los días difíciles.
- Confiemos en la voluntad de Dios sobre nuestra vida.
Jeremías 29:11
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Salmos 23:1-6
Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre, Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mi en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.
La palabra de Dios es lo que nos sostendrá en cada temporada. Por eso, nosotras necesitamos aferrarnos a sus promesas sin miedo. Solo de esta manera podremos hacerle frente a cualquier situación que se nos presente en el camino.
¡Confía y no te desanimes!
Marcela Lainez
Pastora Comunidad Hosanna
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